<!DOCTYPE HTML PUBLIC "-//W3C//DTD HTML 4.0 Transitional//EN">
<HTML><HEAD>
<META http-equiv=Content-Type content="text/html; charset=iso-8859-1">
<META content="MSHTML 6.00.2900.3492" name=GENERATOR>
<STYLE></STYLE>
</HEAD>
<BODY bgColor=#ffffff background="">
<DIV><FONT face=Arial size=2><FONT size=4>Las Islas Costeras del Perú: Mitos y
Recursos Naturales</FONT><BR>María Rostworowski de Diez Canseco</FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2>Traducción de Gabriel Prieto y María Elena
Burmester</FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2><EM>Este artículo ha sido originalmente publicado
en idioma inglés, bajo el título de " <U>The Coastal Islands of Peru. Myths and
Natural Resources</U>", en The Spirit of Ancient Peru. Treasures from the Museo
Arqueológico Rafael Larco Herrera, Kathleen Berrin, editora, págs. 33 - 39. Fine
Arts Museums of San Francisco. M.H. de Young Memorial Museum.San Francisco U.S.A
1997.</EM> <BR><BR> <BR>Las islas dispersas a lo largo de la
costa del Perú son áridas, inhóspitas e inadecuadas para una continua
habitación. Estas afloraciones rocosas, golpeadas por vientos y rodeadas por
corrientes, contracorrientes y fuertes olas, son los dominios de lobos y aves
marinas. Los antiguos peruanos, no obstante, percibieron a las islas como
extensiones de la tierra principal, importantes no solo por el guano de las aves
marinas, sino también por su significado mítico y religioso. Los habitantes de
la costa percibieron las bondades de las islas, con sus recónditos parajes,
profundas cuevas y caprichosas formas emergiendo de las espumas marinas y vieron
en estos ásperos y rocosos islotes seres, señores y divinidades encantadas. Las
bandadas de aves que anidan en las islas y giran alrededor de la puesta del sol,
precipitándose sobre las peñas invaden el ambiente local con una sensación
de misterio.<BR> <BR>Aunque ha habido numerosos estudios de la producción y
explotación guanera, esto no significa que haya habido investigación histórica
sobre las islas. La información está contenida en las crónicas españolas y en
documentos no publicados que revelan un abundante universo de vida, rico en
tradiciones y leyendas que forman parte del legado cultural
andino.<BR> <BR><STRONG>Guano: Recurso Natural
Renovable</STRONG><BR> <BR>Antes de la invasión española, los antiguos
peruanos consideraron al guano como un importante recurso que fue utilizado con
otros fertilizantes para incrementar los nutrientes de los campos de cultivo.
Existen referencias entreveradas del uso del guano en crónicas, archivos e
ilustraciones de plantas de maíz brotando de pequeños peces en ancestrales
murales. Nuestro conocimiento acerca del uso de los fertilizantes prehispánicos
está limitado a los habitantes de la costa, sin embargo sabemos que algunos
pueblos de la sierra usaron el guano también. Los Señoríos de las cordilleras
del sur, por ejemplo, adquirieron el guano en sus enclaves de colonos
localizados en la costa. (Señorío es un término español que describe a las
sociedades prehispánicas con una política variable y compleja y una gran
extensión territorial, regidas por una serie de jefes o “Curacas” mayores y
menores. Sus dominios eran conocidos como curacazgos). Actualmente no tenemos
información acerca de lo que ocurrió en otras partes del Antiguo
Perú[1].<BR> <BR>Los campesinos costeros usaron tres tipos de
fertilizantes. Pedro Cieza de León, un soldado español que viajó alrededor de
los andes desde 1540, describió como los campesinos colocaban una o dos cabezas
de sardinas cerca de los granos de maíz remarcando: “Que esta semilla no brotará
ni producirá si antes ellos no colocaban las dichas cabezas de sardinas que
ellos capturaban en sus redes”[2]. En el siglo XVII el sacerdote jesuita Bernabé
Cobo notó que esta costumbre era practicada a lo largo de toda la
costa[3].<BR> <BR>Las pinturas murales del templo en el Santuario Costeño
de Pachacamac, uno de los mas venerados oráculos del Antiguo Perú, tiene
pinturas de plantas de maíz brotando de pequeños peces, lo que indica que los
campesinos de Pachacamac usaron estos peces en el cultivo de este importante
grano[4].<BR> <BR>Los agricultores también utilizaron las hojas
descompuestas del Algarrobo y el Guarango, árboles nativos del Perú, los cuales
florecieron en casi todos los valles costeños. Estas hojas descompuestas las
apilaban debajo de los árboles en capas de varios “codos” (codos es
una medida española, equivalente a la distancia entre el codo y la mano)[5].
Ellos aplicaron estas hojas para fertilizar sus cultivos, especialmente los del
maíz.<BR> <BR>El tercer tipo de fertilizante utilizado por los antiguos
peruanos fue el guano de las aves marinas, las cuales anidaban por miles en las
orillas de las islas y en las zonas rocosas. Las aguas frías de la Corriente
Peruana de Humbolt, mantenía una de las más grandes concentraciones de peces en
el mundo y las aves se alimentaban de ellos. El productor mas grande de guano es
el Guanay cormorant (Phalocrocorax bougainvillii), el cual se alimenta de
anchoveta (Engraultis ringens). Luego le sigue en importancia la gaviota peruana
(Sula variegata), y el pelícano peruano (Pelecanus thagus), todas especies
endémicas de la costa peruana[6].<BR> <BR>En las crónicas de viajes, tales
como las de Cieza de León, mencionan el uso del guano por los habitantes
nativos, y en 1675[7], el curaca de Guamán “ en el valle del Chimo”, cerca a la
ya moderna ciudad de Trujillo en el norte del Perú, le dijo al Inspector Mayor,
Gonzáles de Cuenca, que él y sus indios tenían el hábito o costumbre de ir a las
islas a sacar el guano “porque gracias a el hacemos nuestros trueques y remates
en uso, con lo cual podíamos pagar nuestros tributos y sostenernos nosotros
mismos” [8]. Esta referencia es importante no sólo porque recalca el
conocimiento y el uso de este recurso por lo nativos, sino que también quedó
demostrado que fue extraído y utilizado para trueques.<BR> <BR>Además los
pescadores hacían sacrificios y ofrendas antes de ir a pescar y ayunaban por dos
días. Hacían abstinencia de ají (Capsicum sp.), sal y sexo. Luego, antes de
subir a sus botes regaban un poquito de chicha (cerveza de maíz fermentada)
sobre la arena de la playa. Cuado ellos regresaban con sus botes llenos de
guano, nuevamente ayunaban por dos días. Después de este tiempo celebraban su
regreso con danzas y fiestas.<BR> <BR>Varios documentos describen a los
habitantes del pequeño curacazgo de Guamán como pescadores, conocedores del mar
que iban y venían de las islas. El Inca lo llamó Guamán, que significa halcón en
su idioma, después que conquistara esta parte de la costa peruana, allá por el
año de 1470. Antes que el Inca conquistara el curacazgo de Guamán era conocido
como Chichi [9].<BR> <BR><STRONG>Mitos acerca de las
Islas</STRONG><BR> <BR>La historiadora Catherine Julián puntualiza que
solamente hay referencias limitadas acerca del uso del guano como fertilizante
en el sur y que ellas están dispersas entre pocas crónicas. Ella también anota
que no hay información acerca de las minas del guano en épocas prehispánicas.
Los mitos que sobresalieron en las creencias acerca de la adquisición de este
recurso llenan parcialmente este vacío.<BR> <BR>Los cronistas españoles
Antonio de la Calancha y Pablo José de Arriaga, escribieron que fue una
costumbre entre los hombres de pesca ofrecer sacrificios al dios del guano, a
quien uno de los autores llama Guamancantac y el otro se refiere a el como
Guamancanfac. Ellos escribieron que antes de hacerse a la mar, los nativos
rezarían al dios del guano, pidiéndole permiso para embarcarse en la misión que
ellos iban a realizar[10].<BR> <BR>Nosotros no sabemos como era este dios,
sin embargo creemos que el podría haber tenido aspecto y características de ave.
¿Cómo imaginaron los pescadores a Guamancanfac o Guamancantac. La primera parte
de este nombre divino, guamán significa Halcón en Quechua, el idioma del Inca,
lo cual supone que no fue un ave productora de guano pero sí pudo haber tomado
la apariencia de un ave de rapiña[11].<BR> <BR>Evidentemente este nombre
divino es una traducción al Quechua del Muchic, el lenguaje hablado por la gente
de la costa norte antes de la invasión española. Canfac o cantac, la segunda
parte del nombre, es imposible de traducir porque no hay un diccionario
Muchic. Los estudiosos demostraron la importancia del águila pescadora (Pandion
haliaetus carolinensis), un gran halcón comedor de peces, en la Iconografía
Moche[12]. Esta imaginaria y la asociación lingüística entre guamán y aves
parecidas, sugiere que los pescadores pueden haber imaginado a su dios como un
águila pescadora. Los dioses con aspecto de aves, fueron prominentes en la
mitología Moche, quienes habitaron la costa norte del Perú del 50 al 800 d.C.
Christopher Donnan ha identificado un punto básico en el arte Moche llamado Tema
de la Presentación, en el cual se ofrenda en un tazón sangre a un individuo de
alta jerarquía, por otro individuo (conocido como Figura B), quien aparece con
la forma de águila con características humanas y de guerrero. Es posible que en
el Tema de la Presentación la Figura B sea el llamado dios Guamancanfac. El
águila marina, un ave migratoria, quien visita las costas peruanas durante el
verano del Hemisferio Sur puede haber impresionado a los Moches a quienes les
gustaba sus idas y venidas, a las que interpretaban como mensajeros
divinos[13].<BR> <BR>En otro mito reportado por Calancha el dios Pachacamac
luchó con su hermano Vichama[14]. Vichama, junto con su padre el Sol, mataron a
todos los habitantes de la costa, en represalia porque no precavieron la muerte
de la madre de Vichama. Sin embargo no pasó mucho tiempo para que los dioses se
arrepintieran de lo que habían hecho, ya que habían matado a todos aquellos que
los adoraban y ofrecían sacrificios. Por lo tanto Vichama decidió rendir honor a
los viejos curacas y Señores transformándolos en islas costeñas para que las
nuevas generaciones de habitantes las adoren como sus huacas (palabra Quechua
que quiere decir lugar, persona u objeto considerado sagrado).<BR> <BR>El
mito demuestra que los nativos no consideraban a las islas como lugares
totalmente áridos y sin vida o simplemente como formaciones rocosas, al
contrario, representaron importantes personajes de su pasado, dioses y
señores encantados que tenían que ser venerados con ofrendas y
celebraciones. <BR> <BR>Arriaga también describe como los costeños
creyeron que la muerte se apoderaría de las islas por los lobos marinos a los
que llamaron tumi. En el Lexicom de Fray Domingo de Santo Tomás, la palabra
Thome describe a estos mamíferos marinos[15]. Esta palabra relaciona a las islas
con lugares de entierros. Estas referencias dan una singular importancia a las
islas.<BR> <BR>Para el pueblo prehispánico el mundo natural era su vida.
Donde nuestros ojos solo pueden ver islas estériles y desoladas, la mitología
yunga (costeña) nos enseña que estas islas fueron sus ancestrales señores y
dioses transformados. Por esta razón los costeños fueron a las islas a rendir
homenaje a sus huacas y a sus muertos durante la época del año que coincidía con
la cosecha del guano. <BR> <BR><STRONG>Las Islas
Norteñas</STRONG><BR> <BR>Como resultado del devastador colapso demográfico
sufrido por la gente de la costa a raíz de la invasión española, solamente muy
pequeñas cantidades de guano fueron explotadas en las islas norteñas, en
contraste con las del sur del Perú, donde se continuó la explotación. Muchos
restos arqueológicos fueron encontrados en las islas cuando se inició nuevamente
la extracción del guano después de 1821 (el año en que el Perú ganó su
independencia de España). Entre los años 1869 y 1872, el administrador Gonzáles
la Rosa distribuyó cuestionarios sobre materias arqueológicas a varios
gobernadores de las islas guaneras. Entre las capas de guano, según el reporte
del gobernador de Manabí, los buscadores encontraron vasijas de cerámica
con formas de pájaros (así como figurinas de oro, máscaras de oro y gran
cantidad de tejidos de algodón, junto con momias femeninas sin cabezas. Los
buscadores se llevaron los objetos de oro y las momias las botaron al
mar[16].<BR> <BR>La Isla de Guañape, distante de Manabí, también fue
sometida a la explotación guanera. Los trabajadores encontraron vasijas y
láminas de oro y plata, muy delgadas decoradas con animales en relieve así como
también herramientas, instrumentos de tejidos, cerámica, maíz, textiles, huevos
petrificados y esqueletos de pájaros y lobos marinos[17].<BR> <BR>La
producción de guano varía de acuerdo a las condiciones climáticas y
oceanográficas, por lo tanto esto hace que sea difícil determinar la edad de los
objetos encontrados. Un ejemplo de este delicado balance de las variables que
afectan a las colonias de las aves guaneras son la relación de la
temperatura del agua y la localización del pescado de los que las aves se
alimentan. Las temperaturas del océano son afectadas periódicamente por la
corriente del Niño, el cual arrastra corrientes tibias de agua hacia el sur,
desplazando la Corriente Peruana que es fría y consecuentemente a los cardúmenes
de anchovetas que se alejan de las costas. Los vientos alisios que soplan de sur
oeste ayudan a mantener la estabilidad de la corriente fría, pero un cambio en
la dirección del viento afecta el clima y provoca una reacción en
cadena[18].<BR> <BR>Gracias a los archivos nosotros sabemos que durante los
siglos XVI y XVII, la fiebre de oro que tenían los españoles los llevaría a
buscar tesoros en las antiguas plataformas que fueron hechas con adobes secados
al sol y que generalmente contenían ofrendas enterradas. Los buscadores de
tesoros realizaban esta actividad particularmente en la región de Trujillo. Por
ejemplo, un hombre llamado Luis Rodríguez alquiló un pequeño bote al
“encomendero” de Guañape (cabeza de la concesionaria de tierras del gobierno
español), Alonso Lozano, para “ir a las islas Macabí de Malabrigo para “abrir”
una guaca”[19].<BR> <BR>De acuerdo a otro documento, el Corregidor (oficial
de la administración española) del valle del Santa, Cristóbal de Santillán,
comienza a excavar en Guañape buscando los tesoros que contenían las huacas.
Santillán necesitó trabajadores para llevar a cabo su misión y resolvió el
problema forzando a los hombres del valle de Guañape a que vayan a las islas,
localizadas a dos leguas - una legua española es rudamente equivalente a cinco
kilómetros o tres millas – mar adentro, y excavó el santuario. Como otros
españoles Santillán probablemente firmó una licencia para minar la huaca, en los
archivos abundan muchos documentos de esta naturaleza. En el documento
estudiado, el Corregidor no es acusado de haber buscado tesoros. El Procurador
de los Naturales, que protegía los derechos de los nativos recolectó sus
protestas, pero simplemente remarcó que el Corregidor había fallado en no pagar
a los nativos por su trabajo y por eso fue obligado a pagarles el salario
que les había ofrecido.<BR> <BR>El trabajo que le daba el Corregidor a los
nativos, les quitaba tiempo para poder realizar sus otros trabajos con los que
ellos pagaban su tributo. Los pescadores de Guañape, en algunas instancias eran
obligados a servir como “Chasquis”, recolectando y repartiendo correos oficiales
a lo largo de determinadas rutas. De acuerdo con los testimonios de los nativos
que presentaron sus quejas contra el Corregidor, incluso sus curacas eran
obligados a ir a las islas. Mujeres y niños – ellos se quejaban – tenían que
recolectar agua y leña para llevarla a las islas donde los hombres buscaban el
tesoro [20]. El documento no menciona de todos modos que ellos
descubrieran oro en la huaca; nosotros solamente sabemos que el trabajo fue
arduo y duró muchos meses. Igualmente el documento no indica donde estaba
ubicado el Santuario. La existencia de un Santuario en la isla de Guañape que
fue investigado en el siglo XVII, indica que en tiempos ancestrales la gente de
la costa se embarcaba en peregrinaciones a rendir culto a la
isla. <BR> <BR>Durante el boom del guano en el siglo XIX los
trabajadores descubrieron muchos objetos arqueológicos en las islas, los cuales
estaban sepultados en las capas de guano. Sin duda la mayoría de los inspectores
estuvieron en contra de registrar la mayoría de los objetos que se encontraron y
debido a su ignorancia decidieron quedarse con los tesoros para ellos mismos.
Sus actividades estuvieron concentradas en esforzarse (al igual que los
españoles durante el período colonial) por ubicar los tesoros en los
cementerios, huacas y dentro del guano de las islas[21].<BR> <BR>La
oscilación de la producción guanera y los disturbios causados por las
actividades de los buscadores de tesoros hace imposible usar la profundidad de
las capas de guano para fechar los objetos encontrados[22]. La mayoría de los
objetos identificados que se encontraron en las islas desaparecieron. Pero en
1948 un artículo del Historiador del Arte George Kubler listó varios objetos
encontrados en el guano. Kubler fechó los artefactos encontrados en las islas de
Chincha (grupo de islas en la costa sur) entre los siglos XIII y XIV d.C. y los
de las Islas de Macabí y Guañape entre los siglos VII y IX d.C. De acuerdo
con el autor, la cerámica hallada en las Islas de Chincha representan hombres
desnudos con sogas alrededor del cuello, lo que indican que pertenecen al estilo
Moche, que vivieron en la costa norte y que probaría su presencia en el sur del
Perú.<BR> <BR>González la Rosa, el administrador que inspeccionó el
registro arqueológico de las islas guaneras entre 1869 y 1872, descubrió que la
mayoría de los artefactos vinieron de las islas de Chincha ubicadas en la Costa
Sur. Estas islas, donde se formaron capas de guano de 100 a 200 pies, revelaron
artefactos que González la Rosa identificó como “Chimú” y “Chincha”. Chimú, un
largo reino en la costa norte, y el señorío de Chincha, en e sur, ambos fechados
alrededor del 1100 – 1450 d.C. En el siglo XIX nada se sabía acerca de Moche y
la ciencia arqueológica no existía.<BR> <BR>Las variables profundidades en
las cuales fuero reportados los objetos por Kubler y González la Rosa fueron
encontrados entre capas de guano y los conflictivos informes y contradicciones
han dificultado el fechamiento de los objetos con solo mirarlos. Esto se vuelve
mas complicado por el hecho que nosotros no poseemos un fechamiento sistemático
de la producción del guano, que como hemos visto fluctúa de acuerdo con el clima
y las condiciones oceanográficas.<BR> <BR>Las islas costeñas forman parte
del legado cultural de los antiguos habitantes del Perú. En los mitos y leyendas
las islas se transformaron en divinidades, y eventualmente los señores
encantados se convirtieron en afloramientos rocosos. Las deidades tutelares a
las que los sacrificios fueron hechos y las islas sirvieron como lugares
sagrados para la muerte.<BR> <BR>Actualmente las islas han perdido su
magia. Solamente los afloramientos rocosos, batidos por las olas y el viento son
lugar de habitación ara los lobos marinos y aves marinas y solo llaman la
atención de un eventual naturalista, aventurero o fotógrafo.<BR> <BR>
Aunque es triste que mucha evidencia arqueológica se haya perdido, nos queda un
indicio sobre la antigua importancia de estas islas que puede ahondarse
estudiando los documentos históricos y con una cuidadosa examinación de los
artefactos.<BR> <BR> __________________________________________________________________________<BR><BR><BR>[1]
Catherine J. Julián, “Guano and resource control in sixteenth century
Arequipa,”in Andean Ecology And Civilization: An Interdisciplinary Perspective
on Andean Ecological Complementarity, edited by Shozo Masuda, Izumi Shimada and
Craig Morris (Tokyo: University of Tokyo Press, 1985). <BR>[2] Pedro Cieza de
León, The Incas (1553), translated by Harriet de Onis (Norman: University
of Oklahoma Press, 1959), 337.<BR>[3] Bernabé Cobo, Inca Religion and Customs
(1653), translated and edited by Roland Hamilton (Austin: University of Texas
Press, 1990); Antonio Vasquez de Espinoza, Compendium and Description of the
West Indes (1659) (Washington D.C.: Smithsonian Miscellaneous Collection, 1948),
paragraph 1332.<BR>[4] Jorge Muelle and Robert Wells, “Las Pinturas del Templo
de Pachacamac,” Revista del Museo Nacional VIII (Lima), no. 3 (1939); Duccio
Bonavia, Mural Painting in Ancient Peru, translated by Patricia J. Lyon
(Bloomington: University of Indiana Press, 1985).<BR>[5] Cobo, Inca Religion and
Customs.<BR>[6] María Koepcke, The Birds of the Department of Lima, Perú,
translated by Erma J. Fisk (Newtown Square, Pennsylvania: Harrowood Books,
1983).<BR>[7] Cieza de León, The Incas.<BR>[8] AGI-Justicia 456, folio
1871.<BR>[9] María Rostworowski, Costa Peruana Prehispánica. Revised edition of
Etnía y Sociedad (1977; Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1989).<BR>[10]
Fray Antonio de la Calancha, Crónica Moralizadora (1638), chapter XI, vol. 3
(privately Publisher by Ignacio Prado Pastor, Lima, 1977); Pablo Joseph de
Arriaga, Extirpación de la Idolatría del Pirú (1621), chapter V (Madrid:
Biblioteca de Autores Españoles, vol. 209, atlas, 1968).<BR>[11] Diego Gonzalez
Holguín, Vocabulario de la Lengua General de Todo el Perú Llamada Quechua (1608)
(Lima: Instituto de Historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
1952)<BR>[12] Eugenio Yacovleff, La deidad primitiva de los Nasca. Revista del
Museo Nacional (Lima) 1, no. 2 (1932)<BR>[13] Christopher B. Donnan and Donna
McClelland, The Burial Theme in Moche Iconography, Studies in Pre Columbian Art
and Archaeology, No 21 (Dumbarton Oaks, Washington, D.C.: Trustees for Harvard
University, 1979). </FONT></DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2></FONT> </DIV>
<DIV><FONT face=Arial size=2>Donnan, quien interpretó lo que llamó el Tema de la
Presentación, asignó letras (A-D) a las principales figuras presentes en la
ceremonia del sacrificio, un elaborado ritual de obtención de sangre
representado en los murales y cerámica Moche. Una de las escenas mas completas
del episodio final en la narración del sacrificio empieza con el corte de la
yugular en el cuello de los prisioneros; luego los ayudantes que presentan la
sangre de los prisioneros en copas a los cuatro individuos que presiden toda la
ceremonia. La Figura A viste un tocado de guerrero y toda la parafernalia de un
dios, la figura B es un ave con atributos de guerrero. La figura C es una
importante sacerdotisa y finalmente, la figura D que nosotros asumimos que es
una divinidad dual, es decir el par de la figura A. En otro retrato, la
ceremonia del sacrificio es llevada a cabo entre dos sacerdotisas, la figura C y
la figura D, donde se ofrecen la copa conteniendo la sangre de las
víctimas.<BR>Analizando los mitos Chimús, encontramos en el Arte de la Lengua
Yunga de los valles del Obispado de Truxillo del Perú, con un confesionario y
todas las oraciones traducidas en la lengua y otras cosas de Fernando de la
Carrera (Lima: José Contreras, 1644) los nombres de dos dioses creadores:
Aiapaec y Chicopaec. No sabemos porque Rafael Larco, quien fue uno de los
pioneros en el estudio de la Iconografía Moche, solo mencionase uno de los
nombres de estos dioses y disgregó el otro, probablemente, el no creía que hayan
habido dos creadores.<BR>No tenemos la certeza que estos dos dioses creadores
hayan sido conocidos con estos nombres en tiempos Moche, pero el concepto puede
haber sido el mismo que el de Guamancanfac, el dios del guano, quien podría
haber sido representado con un nombre diferente, pero embocando en la misma idea
y las mismas creencias (sobre la dualidad de los dioses masculinos ver
Rostworowski, Estructuras Andinas del Poder. Ideología religiosa y poder (Lima:
Instituto de Estudios Peruanos, 1983). <BR> <BR>[14] María Rostworowski,
Pachacamac y el Señor de los Milagros (Lima: Instituto de Estudios Peruanos,
1992)<BR>[15] Fray Domingo de Santo Tomás, Lexicom (1563). Facsímile edition
(Lima: Instituto de Historia, Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
1951).<BR>[16] M. González La Rosa, Estudio de las Antigüedades peruanas
halladas bajo el guano. Revista Histórica (Lima), no. 3 (1908)<BR>[17] M.
González La Rosa, Estudio de las Antigüedades…<BR>[18] Por muchos años, la
Compañía Administradora del Guano, que administraba el guano de las islas, hizo
un registro del número de aves y la producción guanera. Los Boletines publicados
por la compañía reflejan las fluctuaciones de la producción del guano. Estas
estadísticas, muestran, en última instancia, el notable incremento entre 1909 y
1939, cuando se llegó a un record de producción de 169 000 toneladas métricas.
Pero luego de este período hay un marcado decaimiento en la producción a
consecuencia de la lata mortalidad de las aves (Carlos Llosa Belaunde, Boletín
de la Compañía Administradora Del Guano (Lima) XXI (1949), no. 7:200. <BR>[19]
ADL-Protocolos Notariales-Juan de la Mata, 1570, Folios 12 y 13.<BR>[20]
ADL-Corregimiento-Legajo 268-Exp 3159.<BR>[21] Llosa Belaunde, Boletín de La
Compañía Administradora Del Guano (Lima) XXI (1949), no. 7.<BR>[22] George
Kubler, Towards Absolute Time: Guano Archaeology. Memoirs of the Society for
American Archaeology (Salt Lake City), no. 4 (1948).</FONT></DIV></BODY></HTML>