<html><body><div style="color:#000; background-color:#fff; font-family:garamond, new york, times, serif;font-size:32px"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7506"><span id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7573" style="color: black;"><font id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7648" color="#5b8828"><font id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7707" size="5"><font id="yui_3_16_0_1_1434402985776_8201" size="6">Extraordinaria
carta de Gastón Acurio<u></u><u></u></font></font></font></span></div><div class="qtdSeparateBR"><br><br></div><div class="yahoo_quoted" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7512" style="display: block;"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7511" style="font-family: garamond, new york, times, serif; font-size: 32px;"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7510" style="font-family: HelveticaNeue, Helvetica Neue, Helvetica, Arial, Lucida Grande, sans-serif; font-size: 16px;"><div class="y_msg_container" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7509"><div id="yiv5175388715"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7508"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7507" style="font-family: HelveticaNeue, Helvetica Neue, Helvetica, Arial, Lucida Grande, sans-serif; background-color: rgb(255, 255, 255);"><div class="yiv5175388715yahoo_quoted" id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23596" style="display: block;"><div id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23595" style="font-family: HelveticaNeue, Helvetica Neue, Helvetica, Arial, Lucida Grande, sans-serif;"><div id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23594" style="font-family: HelveticaNeue, Helvetica Neue, Helvetica, Arial, Lucida Grande, sans-serif;"><div class="yiv5175388715y_msg_container" id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23593"><div id="yiv5175388715"><div id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23592" dir="ltr"><div class="yiv5175388715gmail_quote" id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23591"><div id="yiv5175388715yui_3_16_0_1_1434376618955_23646"><blockquote id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7568" type="cite"><blockquote id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7567" type="cite"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7566"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7565" dir="ltr"><div class="yiv5175388715gmail_quote" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7564"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7563" dir="ltr"><div class="yiv5175388715gmail_quote" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7562"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7561" lang="ES"><div id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7560"><font color="#5b8828" size="5">
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</font><div class="yiv5175388715MsoNormal" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7569" style="background: white; text-align: justify; margin-bottom: 12pt;"><span id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7599"><br><font id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7649" color="#5b8828"><font id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7708" size="5">Una
vez más estoy aquí frente al mar, tu mar, sentado sobre una roca que no
parece tuya, haciéndome la misma pregunta que me hago cada otoño, cuando la
niebla sacude mi alma. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué justo ahora, cuando más
te necesito?<br> <br>Y es que las cosas no andan bien por aquí,
querida Costa Verde. No son tiempos de compasión, ni respeto, ni de bien.
Hacia el sur y hacia el norte, donde antes volaban tus gaviotas, hoy solo
corren vientos de poca vergüenza y falsa modestia que embisten sin piedad
aquella voz que siempre nos hizo distinguir entre lo que está bien y lo que
está mal. Sí. Sé lo que estarás pensando ahora al leer esto, querida Costa
Verde. ¿Cómo reclamar tu partida si, durante todos estos años, solo te hemos
agredido sin cesar?<br> <br>Te hemos hecho beber día tras día nuestros
desagües y hemos arrojado sobre ti todo aquello que jamás arrojaríamos sobre
nuestro cuerpo: basura, excrementos, residuos químicos, metálicos y
plásticos. Incluso, unos años atrás, con la arrogancia vestida de progreso,
cercenamos uno de tus más preciados acantilados y, con ello, destruimos para
siempre la playa de tus amores. Aquella que escondías como un tesoro al
final de tu bahía: La Herradura. ¿La recuerdas?<br> <br>¿Cómo olvidar
sus enormes campanas jugando a romper nuestras pitty tablas, las carpitas a
rayas donde nos cambiábamos llenos de pudor, el barquillero y sus barquillos
color de rosa, el tic tac de la hora Inca Kola anunciando un final que, si
había suerte, se cerraba con un inmenso panqueque con manzana en el Suizo?
Es la verdad, Costa Verde de mi alma. ¿Cómo reprocharte algo a ti, que nos
diste todo mientras nosotros, durante décadas, lo único que hicimos fue
darte la espalda?<br> <br>Cierto que, durante siglos, corrieron tiempos
de paz y que, incluso, algunos fueron más o menos recientes. Como aquellos
años en que la ciudad decidió avanzar de Barranco a Chorrillos haciéndolo
con cuidado y respeto, y tú a cambio, generosa como siempre, no solo
ordenaste a tus aguas dar un paso atrás, sino que, además, convertiste sus
rocas en playas de hermosa arena a las que juntos, la ciudad y tú, les
pusieron nombre: Barranquito por ser la favorita del barranquino, Los Pavos
en homenaje al fondista finlandés Paavo Nurmi, Las Sombrillas, Los Yuyos y
otras más que conducían hacia tu último refugio: la caleta de Chorrillos, la
misma en la que hoy el pescador chorrillano intenta no abandonar ni tus
aguas, ni su oficio, ni la memoria de José Olaya, aun sabiendo que tu mar ya
no es mar de cangrejos ni corvinas ni del travieso muimuy que jugaba a las
escondidas en la arena mojada. Esa es la verdad, querida Costa Verde. Por
ello, si no te lo dije antes, te lo digo ahora: gracias. Gracias por esas
hermosas playas de arena y paz en las que muchos pasamos los momentos más
inolvidables de nuestra infancia, descubrimos la electricidad del primer
amor, calentamos nuestras noches de invierno con anticuchos y picarones, y
nos levantamos al alba, para, revolcón tras revolcón, descubrir que no
habíamos nacido para ser surfistas. Y te pido también perdón. Perdón porque
algunas de estas playas en las que fuimos tan felices, hoy, por nuestras
acciones u omisiones, ya no están con nosotros.<br> <br>No sé qué pudo
haber pasado ni cómo pudimos llegar a esto, Costa Verde de mis recuerdos,
pero lo cierto es que hace mucho tiempo que dejamos de soñar juntos mirando
cómo el cielo se iba poniendo de colores.<br> <br>Porque soñábamos
juntos, ¿lo recuerdas? ¿Cómo serás, Costa Verde, en el futuro?, te
preguntaba en silencio. ¿Tendrás un malecón que podremos recorrer
plácidamente hasta La Punta, por el que podremos caminar, trotar, pasear en
bicicleta o simplemente sentarnos en quioscos sencillos que se mimetizan con
el entorno para tomar una cerveza y ver caer el sol? ¿Y cómo serán tus
aguas? ¿Estarán llenas de vida nuevamente? ¿Se volverán a poblar de especies
que devolverán la sonrisa a nuestros pescadores? Y los limeños, finalmente,
dejarán de darte la espalda y te mirarán de frente usando tu mar con
respeto, armonía y agradecimiento para todo lo que tú siempre quisiste
darles: el surf y otros deportes acuáticos, la pesca deportiva, el paseo
turístico, los días en familia? ¿Y tus acantilados? ¿Se hará, al fin, un
estudio serio y definitivo que nos permitirá saber cuáles deben ser
definidos como intocables y, si es que hay algunos a los que, por el peligro
de sus rocas que caen, se les da la oportunidad de tener otro tipo de uso?
¿Habrá escaleras, puentes y caminos que conecten a los limeños con tus
acantilados, tu malecón, tus playas y tu mar convirtiéndote finalmente en
eso que siempre soñaste ser y que nosotros nos empeñamos en destruir? ¿En
ese espacio público hermoso que reciba a todos por igual sin importar
condición, en donde el limeño se encuentre para celebrar fraternamente el
ocio, la cultura, el deporte, la naturaleza, la vida?<br> <br>Lo sé,
querida Costa Verde. No solo nada de ello ha ocurrido; en realidad, nada ha
cambiado. Todo sigue igual o peor, como aquel día en que, agotada y sin más
fuerzas, me dijiste que no podías más y que era tiempo de partir. Por ello
sé que todo lo que lees en esta carta que hoy te escribo no será suficiente
para convencerte de volver. Sé que ya no crees en nosotros, y lo entiendo y
acepto. Solo quiero que sepas que no te escribo por mí ni por nadie de los
que hemos causado esta historia, sino por los que vendrán. Lo hago por
nuestros jóvenes y nuestros niños que hoy nos señalan con vergüenza y
frustración al no poder comprender cómo hemos podido hacerte tanto daño a
pesar de que nos diste tanto. Te pido que creas en ellos, no en nosotros,
porque son ellos los que pelearán por ti y los que te darán la confianza
para volver y hacer realidad todo aquello que alguna vez soñaste. No creas
en nosotros, querida Costa Verde. Cuando abras esta botella que hoy arrojo
al mar, porque sé que te llegará y la abrirás, no pienses en nadie de los
que te hicimos partir. Solo cierra los ojos, suspira y piensa en los que hoy
quieren que vuelvas. Y vuelve, querida Costa Verde. Vuelve que ellos, a
diferencia de nosotros, no te
fallarán.<u></u><u></u></font></font></span></div></div></div></div><font color="#5b8828" size="5">
</font><div class="yiv5175388715MsoNormal"><font color="#5b8828"><font size="5">Saludos y abrazos,
<u></u><u></u></font></font></div><font color="#5b8828" size="5">
</font><div class="yiv5175388715MsoNormal"><br></div><font color="#5b8828" size="5">
</font><div class="yiv5175388715MsoNormal"><u></u><u></u><font color="#5b8828" size="5"> </font></div><font color="#5b8828" size="5">
</font><div class="yiv5175388715MsoNormal" id="yui_3_16_0_1_1434402985776_7654" style="background: white; text-align: justify;"><u></u><u></u><font color="#5b8828" size="5"> </font></div></div></div></div></div></div><br></div></div></blockquote></blockquote></div><font color="#5b8828" size="5">
</font></div><br></div></div><br><br></div><font color="#5b8828" size="5"> </font></div><font color="#5b8828" size="5"> </font></div><font color="#5b8828" size="5"> </font></div><font color="#5b8828" size="5"> </font></div></div></div><br><br></div> </div> </div> </div> </div></body></html>