<p>EStimados amigos.Insisto que el nino no debe tener soluciones coyonturales.Existe un proyecto de flota multiproposito que requiere de desiciones y reglamentaciones. A estas alturas ya es tarde\.</p>
<p>Lucho<br />
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<p><em><strong>Vicealmirante A/P<br />
luis Giampietri Rojas</strong></em></p>
<p><em><strong>Movil. 998185047</strong></em></p>
<p><em><strong>RPM #998185047</strong></em></p>
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El Vi 30/10/15 15:58, Mario Fiorentino mfiorentino@mfclima.com escribió:</p>
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<p><strong><em> </em></strong></p>
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<p>ADIÓS, SEÑORA </p>
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<p>Ya es todo cuesta abajo, señora.<br />
Lentamente, sus días se van llenado de últimas ocasiones y actos de<br />
clausura, y la expectativa se convierte en nostalgia.<br />
Es natural, a todos nos pasará en algún momento.<br />
Cualquiera podría darse por satisfecho en su lugar, ha llegado a lo<br />
más alto de su carrera política, y ha acumulado las dos cosas que<br />
más quiso en el mundo: poder y dinero. Sería el tiempo indicado para<br />
retirarse, descansar y tal vez escribir unas memorias que muchos<br />
comprarían y mentirían haber leído.<br />
<br />
Pero usted no es así, ¿verdad? No, claro que no. Usted detestará<br />
cada minuto.<br />
Al principio los cambios serán groseramente evidentes. A partir del<br />
11 de diciembre, ya no dispondrá de los bienes del Estado para su uso<br />
personal, deberá procurarse su propios juguetes, desplazarse a nivel<br />
del suelo y pagar por lo que compre. No podrá contarle a millones de<br />
personas los falsos detalles de su vida imaginaria, ni proyectar en un<br />
auditorio obligado sus frustraciones patológicas y los resentimientos<br />
que han moldeado su carácter como el impiadoso cincel de un escultor<br />
perverso.<br />
<br />
Pero superará eso, señora. La mente humana es maravillosa para<br />
adaptarse a variaciones traumáticas. Superamos divorcios, mudanzas,<br />
muertes y catástrofes de todo tipo. Incluso superamos gobiernos<br />
desastrosos.<br />
Los que son realmente difíciles de prevenir por insisdiosos y<br />
sutiles son los pequeños detalles que marcan la decadencia. Es como<br />
la juventud, señora, que se pierde en forma tan gradual e inevitable<br />
que no nos damos cuenta hasta que un día la imagen que nos devuelve<br />
el espejo nos resulta ajena, extraña y ominosa.<br />
<br />
Y usted, acostumbrada a ser el centro, conocerá la periferia.<br />
<br />
Un día alguien se dará cuenta de que ya no es necesario mantenerla<br />
informada de todo.<br />
Un día alguien la hará esperar en el teléfono.<br />
Un día alguien la recibirá con indisimulable fastidio.<br />
Un día, señora, notará que aquella forma de relacionarse con las<br />
personas basada en el temor como remedo deforme del respeto, ya no es efectiva. Cosa curiosa el respeto, se obtiene más cuando más se entrega, y usted no ha entregado nada, nunca.<br />
Aquellos a quienes usted ha ofendido, humillado y agraviado en el ascenso, se presentarán a cobrar sus cuentas en la caída.<br />
Porque las lealtades alquiladas no son perennes, señora. Sus propietarios simplemente cambian de inquilino. Cual multitudes de<br />
Pedros, la negarán tres veces, o quinientas, si eso dictan las conveniencias del momento. Usted sabe mejor que nadie cómo es eso.<br />
<br />
El poder se escurre entre sus manos ahora mismo, señora, y no se detendrá.<br />
<br />
Soñará, claro, con un futuro regreso, y tal vez esa esperanza la mantenga a flote por un tiempo.<br />
Pero cuando el periodismo voluble comience a ignorarla, cuando ya no<br />
alcance su primer nombre para identificarla en la nota de relleno de una página perdida, sentirá la mordida del miedo.<br />
Ya no será "la Jefa". Será "la vieja". "¿Y ahora que quiere la vieja?" comenzará a escucharse en tono irritado ante cada llamado,<br />
cada pregunta, cada exigencia.<br />
Su enfermizo deseo de trascendencia será aplastado en este país<br />
donde cada gobernante llega a su puesto con delirios fundacionales.<br />
Cualquier cosa que haya hecho, cualquier legado que pretendiera dejar<br />
podrá ser borrado con una firma, con las manos levantadas de los<br />
mismos que hasta ayer le juraban fidelidad hasta la muerte.<br />
<br />
Usted no será un mito, señora, porque los mitos se construyen a lo largo de los años con la contribución deliberada y constante de<br />
muchas personas motivadas por el respeto o la conveniencia. Descartado<br />
el respeto, sólo queda la conveniencia, y rápidamente usted se<br />
convertirá en alguien inconveniente.<br />
Quizás entonces se aferre a otra fantasía, la de fundar una dinastía. Pero ¡ay!, los herederos no parecen estar a la altura.<br />
<br />
Usted ha cometido un terrible error en su vida, señora: no ha tenido<br />
amigos. Y le pesará, porque el refugio de los afectos está reservado a las personas buenas.<br />
Le quedará, si acaso, la familia, suponiendo que sean capaces de<br />
soportar su creciente amargura.<br />
<br />
Sé que está obsesionada por cómo la recordará la posteridad.<br />
Lo mejor sería que la olvidara del todo, señora.<br />
<br />
Porque de otra manera, la única huella que dejará su paso por esta vida, será una nota marginal en la Historia Universal del Fracaso.<br />
<br />
Adiós, señora.</p>
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