[OANNES Foro] "Nos defendemos con piedras": la impune pesca con bombas del Perú

Mario Cabrejos casal en infotex.com.pe
Lun Oct 8 09:16:48 PDT 2018


“Nos defendemos con piedras”: la impune pesca con bombas del Perú


POR  <https://es.mongabay.com/by/michelle-carrere/> MICHELLE CARRERE 

26 SEPTIEMBRE 2018

https://es.mongabay.com/2018/09/oceanos-pesca-con-bombas-en-peru/

Cae la noche en el puerto pesquero de Chimbote, en la provincia de Huarmey,
en Perú y Almensor Gómez se prepara para salir de casa junto a otros cinco
colegas, pescadores artesanales todos. Pero Almensor no va a pescar. Esta
noche le toca hacer guardia a las cinco hectáreas que intentan proteger de
los pescadores furtivos que pescan con bombas.

Armados con pistolas, escopetas “y quién sabe qué más” dice Almensor, estos
“pescadores, que no son pescadores sino delincuentes”, hacen explotar el mar
con dinamita para recoger los peces. “Nunca hemos tenido muertos, pero si
heridos” cuenta Almensor quien ya no hace denuncias a la Capitanía de Puerto
“porque de nada nos sirve”. Además, a uno de los suyos “le llegaron a su
casa y lo amenazaron de muerte” cuenta.

Huarmey no es el único lugar del Perú donde se realiza esta actividad
ilegal, considerada una de las más devastadoras formas de explotación del
recurso pesquero y tampoco el Perú es el único país del mundo que conoce
esta práctica. De hecho, según la enciclopedia marina
<http://www.fondear.org/infonautic/Mar/Vida_Marina/Pesca_Dinamita/Pesca_Dina
mita.asp> Fondear Honduras, Nicaragua y El Salvador son los países
latinoamericanos que han sido más golpeados por esta actividad. Algunos
registros dicen que fue en Filipinas donde todo comenzó, luego de que los
pescadores de ese país utilizaran la dinamita sobrante tras las Primera y
Segunda Guerra Mundial. Pero en Perú, la historia es más vieja. El
piscicultor norteamericano, Robert Cooker, ya hablaba, en los informes de
una investigación para la cual fue contratado por el gobierno peruano entre
1908 y 1910, de la existencia de esta práctica en las costas del país. “Y es
que la extensa actividad minera hace y ha hecho que sea relativamente fácil
el acceso a la dinamita” dice Juan Carlos Sueiro, Director de pesquerías de
la organización de conservación marina Oceana.

Cualquiera sea la nacionalidad del inventor de la pesca con bombas y el año
de dicha ocurrencia, lo que Almensor sabe es que ha sido la lucha de una
vida entera. Es Presidente de la Federación de Pescadores Artesanales de
Ancash, la región a la que pertenece Huarmey, y desde ahí busca, junto a sus
colegas, defender su fuente de trabajo “con piedras o con lo que tengamos…
ayer, a las 11 de la noche, llegaron estos delincuentes y logramos
ahuyentarlos, pero dinamitaron un lugar más lejos” dice y luego agrega,
impotente, “las playas están quedando desiertas. Los recursos están
exterminados”.


Matar, pero no reventar


Dependiendo de los peces víctimas y del lugar geográfico en el que se
realice la detonación, las bombas se fabrican con diferentes tipos y
cantidades de pólvora. “La cantidad se calcula para no destrozar los peces,
de tal forma que tras recolectarlos puedan ser comercializados” señala un
<http://biblioimarpe.imarpe.gob.pe:8080/handle/123456789/2950> informeque el
Instituto del Mar del Perú ( <http://www.imarpe.gob.pe/> IMARPE) desarrolló
en 2015. Este organismo gubernamental que “tiene por finalidad promover y
realizar investigaciones científicas y tecnológicas del mar (…) con el
objeto de lograr su aprovechamiento racional” afirma que “en los últimos
años, se ha reportado el incremento de la pesca con explosivos en diversas
playas e islas del litoral”. Francisco Ganoza, responsable del laboratorio
de IMARPE en Huacho, Huarmey, y autor de la investigación realizada en 2015,
aseguró a Mongabay Latam que desde entonces la situación sigue igual.

Según explica el documento, “las explosiones submarinas liberan gran
cantidad de energía en un corto período, generando ondas de choque
caracterizadas por una alta presión de sonido instantáneo, decayendo luego a
valores negativos de presión”. La rápida oscilación entre la onda de presión
alta y la baja, provoca graves daños a los órganos internos de los peces
como la ruptura de sus vejigas natatorias, con la que ajustan su
flotabilidad y de sus vasos sanguíneos. Los cuerpos de los que estén más
cerca de la detonación serán mutilados aunque estos no serán considerados
para la venta. Además, las explosiones, que actúan de manera indiscriminada
al incluir a huevos, larvas de peces e invertebrados, “producen daño físico
al entorno marino y a todas las especies que habitan en la zona de pesca
como mamíferos marinos, tortugas y aves”. Según la enciclopedia náutica
<http://www.fondear.com/> Fondear “una explosión submarina en el arrecife
coralino necesitará entre 5 y 10 años para su recuperación, pero un
bombardeo reiterado, como frecuentemente es el caso, produce una destrucción
definitiva del hábitat submarino”. Es así, como se calcula que el 50 % de la
destrucción de los arrecifes del sudeste asiático se debe a esta práctica.

Juan Carlos Sueiro explicó a Mongabay Latam que las bombas también “se
utilizan para ahuyentar a los peces. El Bonito, por ejemplo, nada en
profundidades a las que las redes no llegan. Los pescadores furtivos gradúan
entonces la dinamita, con un determinado peso, para que explote bien abajo
de tal manera que el Bonito, por reacción, sube en la columna de agua y así
lo pueden pescar”.

En Huarmey, a 284 kilómetros al norte de Lima, la técnica consiste en abrir
los cartuchos de dinamitas, conocidos como chupetes o canillas, y verter su
pólvora en una bolsa de nylon con una piedra en su interior, formando una
bola. En el centro de la carga, se instala el fulminante: el dispositivo
conocido como detonante, fabricado con aluminio, bronce o cobre y cuya
función es conectar la mecha con la dinamita. Los fabricantes dejan
sobresalir de la bola un centímetro del fulminante y ahí instalan la mecha
abrazada con dos palitos de fósforo, para asegurarse de que esta encienda.
Finalmente, se envuelve la carga, con algún material a prueba de agua como
asfalto o plástico, de manera que queda completamente impermeable y lista
para explotar bajo el agua.

La zonas que se dinamitan son aquellas que se encuentran cercanas a la costa
en lugares generalmente accidentados, rocosos o en islas cercanas. Sueiro,
quien ha observado desde hace años el operativo de los pescadores con
bombas, ha podido reparar también en que esta práctica se realiza en lugares
donde no hay desembocaduras de ríos cercanas. Ello puesto que los
sedimentos, que los ríos acarrean, se van depositando en el fondo marino
haciendo que la profundidad disminuya y “lo que estas personas buscan son
amplias columnas de agua donde hay mayor presencia de especies que están en
cardúmenes”. Según detalla el informe de IMARPE, los pescadores furtivos
“detectan la presencia de peces mediante la observación de un buzo. Ubicado
el cardumen, el operador, conocido como bombero, prende la mecha lanzando el
explosivo a una distancia de cuatro a cinco metros dependiendo de la
movilidad y características de los peces”. Cuatro a seis cartuchos son
utilizados en una faena.

Ayanques, Cabrillas, Lenguados, Lisas, Bonitos, Jurel son algunas de las
especies objetivo de la pesca con bombas, pero la Chita es la especie
favorita asegura Sueiro. Para mala suerte de Almensor, y del resto de los
pescadores artesanales de Huarmey, esa especie es también la preferida de
ellos y uno de sus principales recursos pesqueros.


Una actividad impune


Según datos del IMARPE, las zonas en las que más frecuentemente se realiza
la pesca con bombas son Huarmey, Pisco, incluyendo la Reserva Nacional de
Paracas, San Juan de Marcona, La Libertad y Lambayeque. En la Reserva de
Paracas se ha identificado esta práctica desde las playas de Barlovento
hasta las islas Chincha incluyendo “los bancos naturales, criaderos y zonas
de reproducción de los recursos costeros”.

Entre 43 200 y 108 000 kg se estima son pescados anualmente con explosivos
en Huarmey. En Pisco, los cálculos van de 32 400 a 64 800 kg anuales.

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Camas construidas por los pescadores que hacen guardia por la noche para
vigilar la costa de los pescadores con bombas. Foto: Almensor Gómez

El pescado, recolectado mediante explosivos, es comercializado al por mayor
y tiene como principal destino los grandes mercados y restaurantes de Lima.
Los pescadores como Almensor, en cambio, trabajan mayoritariamente para un
mercado local, aunque los peces más grandes sí se derivan hacia la capital
del país a través de comerciantes. “Estamos creando pequeñas empresas, de
comercializadoras de pescadores artesanales, para meternos en los mercados
grandes, pero nuestra venta es más bien local”, explica Almensor por lo que
la competencia entre artesanales y furtivos es por los recursos. “Nosotros
somos pescadores de orilla y es ahí donde lanzan bombas. Incluso delante de
nosotros”, dice.

A pesar de que los pescadores artesanales son testigos casi diarios de esta
actividad ilegal, Almensor y sus compañeros ya no denuncian. Han decidido
organizarse y ver entre ellos la manera de defender los recursos y ahuyentar
a los furtivos que atacan las costas al amanecer, antes de que acabe el día
y por la noche.

El Ministerio de la Producción señaló en un comunicado que, durante el 2017,
“se efectuaron más de 104 mil inspecciones y 693 decomisos cuyo peso alcanzó
alrededor de 10 mil toneladas métricas de recursos hidrobiológicos
ilegalmente obtenidos”. También señala haber realizado operativos a
actividades pesqueras ilegales en playas, durante la extracción de recursos
hidrobiológicos, con artes y aparejos de pesca prohibidos. Además, se
brindaron 148 capacitaciones, a diferentes actores de la actividad pesquera,
para fomentar una pesca y un consumo responsable beneficiando a cerca de
6000 personas.

A pesar de ello, los esfuerzos parecen ser insuficientes en opinión de
científicos del mar y pescadores. Renato Gozzer, ingeniero pesquero, miembro
de la asociación Redes dedicada a la investigación, consultoría y aplicación
de proyectos en el área pesquera, afirma que “según la ley general de pesca,
cualquier actividad que dañe los fondos marinos está prohibida. Sin embargo,
las medidas de control, ya sean preventivas o punitivas son bastantes
débiles. Hay una situación de poca atención, de poca priorización de parte
del estado, especialmente en las pesquerías costeras”. De hecho, el mismo
IMARPE reconoce en su informe que “a pesar del aumento de esta actividad —de
pesca con explosivos— la tasa de intervención policial o de autoridades es
prácticamente nula”.

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Los marcadores amarillos en el mapa corresponden a los principales lugares
en los que se practica la pesca con bombas en Perú.

Por otro lado, los pescadores artesanales se quejan de que los furtivos
están advertidos cada vez que hay fiscalizaciones y que ese día no salen a
pescar. Gozzer, quien ha investigado acerca de actividades ilegales de
pesca, particularmente en el ámbito de la producción de harina de pescado,
explica que esa filtración de información se debe a diferentes factores que
benefician la corrupción.

En primer lugar, “los gobiernos regionales tienen Direcciones o Gerencias
Regionales de Producción que tienen competencias compartidas con el
Ministerio. Hay todo un gris, a veces lo ve el Ministerio y a veces las
regiones. Luego, están las Direcciones de Seguimiento, Control y Vigilancia
que, en concreto, son las encargadas de la fiscalización. Pero también están
las Capitanías de Puerto que igualmente ejercen funciones para fiscalizar.
Cada entidad tiene alguna competencia, pero con límites, entonces se tienen
que hacer operativos coordinados que demandan toda una logística. En ese
trabajo de coordinación, la información se filtra, los pescadores furtivos
se enteran y ese día no salen a pescar”.

Además, en opinión del ingeniero, otras variables como el bajo salario de
los fiscalizadores, las dificultades de monitorear las zonas rurales y la
falta de mecanismos para controlar, contribuyen a la corrupción.

Por otro lado, el IMARPE señala que “frecuentemente la Dirección General de
Capitanía y Guardacostas de Pisco realiza intervenciones, recibe denuncias y
se reportan ocurrencias de pesca con explosivos. Sin embargo, al no contar
con la información completa, no se toman las acciones legales
correspondientes”. Fue así como el compañero de Almensor fue amedrentado
tras denunciar a un grupo de furtivos. “Se los llevaron, pero al rato los
soltaron y fueron a la casa de él a amenazarlo de muerte si es que volvía a
hablar”, cuenta.


El mercado ilegal de dinamita


Para Sueiro, “el foco debiera estar en la comercialización y distribución
irregular de dinamita y no en la lancha que la está reventando”.

El mercado de dinamita en Perú está regulado por la Superintendencia
Nacional de Control de Servicios de Seguridad, Armas, Municiones y
Explosivos de Uso Civil (SUCAMEC) y cuenta con estrictas medidas de control.
“Nosotros hemos tenido un período de violencia política muy fuerte, con
terrorismo, etc. Entonces, con mayor razón, nadie puede vender dinamita en
ningún lado sin estar debidamente acreditado y haber declarado y demostrado
para qué la va a usar”, explica Sueiro.

La dinamita, que es utilizada para la pesca con bombas, proviene
generalmente de mineras, de todo tamaño, desde donde es robada y
comercializada de manera ilegal a los pescadores a través de intermediarios.
“El relativo acceso y la corrupción hacen fácil el acceso a la dinamita que
se comercializa con total impunidad. Muy pocos casos reciben sanción
judicial”, asegura Sueiro.

En la zona de Huarmey, los cartuchos se venden en los mercados de Barranca y
Las Malvinas. El informe de IMARPE da cuenta de que la dinamita es
comercializada por intermediarios, que acopian este material, que pertenece
originalmente a personas que trabajan en las minas de la sierra de la región
de Lima y de Ancash. Almensor recuerda haber obtenido, hace cuatro años
atrás, información sobre el valor de cada cartucho y fulminante: cinco y
tres soles respectivamente (1,5 y 0,9 USD). En cuanto a la zona de Pisco,
“los explosivos son distribuidos ilegalmente por mineros informales desde
Nazca” y la venta de cartuchos, que puede ser de hasta 60 diarios se realiza
a diario en la caleta San Andrés especifica el informe de IMARPE.

A principios de este año, los pescadores de Chimbote, con Almensor Gómez a
la cabeza, iniciaron una mesa de trabajo con el Ministerio de la Producción
en el que “determinamos que se haría un seguimiento a los que venden
explosivos” contó Gómez a Mongabay Latam. Pero luego de que el Ministro de
la Producción, Daniel Córdova, renunciara en abril “la mesa no continuó y
aunque ya enviamos un documento para continuar con el proceso, no pasa nada”
asegura Gómez.

En 2015, el informe de IMARPE señalaba que “un requisito indispensable para
combatir y enfrentar la pesca con explosivos es la formalización de los
pescadores artesanales”. En efecto, un mapeo de pesca artesanal realizado en
2012, por el gobierno, constató un alto nivel de informalidad. “Siete de
cada diez pescadores no tienen permiso de pesca. Recién el año pasado hubo
un esfuerzo para formalizar, pero no se ha concretado” explica Gozzer. Lo
anterior, a pesar de que el IMARPE señaló, hace ya tres años, que empadronar
a los pescadores artesanales permitiría “fortalecer a las asociaciones y
comunidades pesqueras con la finalidad de detectar e identificar a los
pescadores que operan de manera ilegal”.

Pescadores y profesionales parecen coincidir en un ánimo pesimista respecto
a la manera en que se gestionan los recursos del mar peruano. La pesca con
explosivos es probablemente una de las caras más feas de la ya ampliamente
denunciada desatención al sector pesquero. Un vacío que ha acarreado la
continuidad de prácticas de sobreexplotación extrema de los recursos, tan
inverosímiles, como lo es dinamitar el mar.

 



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