[OANNES Foro] Rolando Arellano: Mis amigos pescadores

Mario Cabrejos casal en infotex.com.pe
Lun Feb 10 11:36:57 PST 2014


Mis amigos pescadores 
Rolando Arellano 
El Comercio / 08-02-2014 

Qué gran lección de vida, y de márketing, recibo cada vez que voy de pesca con mis amigos Mario, Víctor y Félix, pescadores aseanos; sí, aseanos, que es el gentilicio que ellos usan para referirse a los miembros de la comunidad de Asia, a 100 km al sur de Lima. No, no se trata por cierto de los nuevos habitantes de esas zonas, los del boulevard y de playas con nombres como Cocoa o Palabritas, sino de aquellos de los pueblos existentes allí desde antes de los españoles.

Los conozco más de 10 años, cuando Víctor era pequeño y su padre, Mario, le enseñaba a pescar, tal como a él le enseñaron sus mayores y a estos sus mayores correspondientes. Se anuda así y se pone el plomo hacia abajo asá, le decía y lo dejaba practicar. ¿Por qué se hace así?, me entrometía yo. Porque así es –me respondía Mario tranquilamente. Práctico, práctico.

He visto a Mario salir a pescar diariamente, a ver qué encontraba. Sin la desesperación de saber qué conseguiría ese día, y más bien con la tranquilidad de que “algo saldrá”; y si no sale hoy, será mañana pues. Al fin, si no había pescado entonces conseguía buenos cangrejos, lapas o una inmensa variedad de alimentos que los ignorantes como yo no percibimos en la playa.

He visto también a Víctor crecer y “aprender a bañar”, es decir entrar como un lobo de mar al agua movida, para poner las anclas de sus redes o buscar mariscos especiales. Hoy, ayudado por su tío Félix, orgulloso del sobrino al igual que su padre, trabaja varias redes y logra sacar, cuando hay, buenas chitas y lenguados. Y si no hay, será mañana, pues.

¿Los he visto progresar? Sí, pero en el buen sentido. He visto que Mario al hacerse mayor consiguió empleo en las urbanizaciones nuevas de la zona. “Ahora hay trabajo, don Arellano”, me dijo alguna vez, “el que no trabaja es porque no quiere”. Vive tranquilo con un sueldo que en Lima le alcanzaría solo para la mitad, y con los extras de bajar a la playa cuando quiere, y pescar como a él le gusta.

He visto que a diferencia de las grandes familias de antes, Víctor tiene solo un hijo, y tendrá tal vez dos o tres como máximo. Podrá atenderlos mejor. Mientras antes caminaban mucho para llegar a las buenas playas, hoy Víctor y Félix tienen motocicletas, simples y sencillas, que les facilitan mucho la vida. Y ambos tienen teléfonos celulares, con los que están en permanente contacto con sus familias, para alguna urgencia, para avisar que ya regresan a casa y quieren comida caliente y, mejor aun, para saber a qué precio está el pescado en el pueblo y venderlo a quien mejor pague por él.

En fin, veo que las cosas mejoran para mis amigos, haciéndolo de la manera pausada con que creo que debieran pasar las cosas. Sin cambios bruscos que atenten contra la calidad de vida de las personas, y sin entrar en el círculo vicioso del consumo por el consumo mismo, que es algo que el verdadero márketing, ciencia que mira el mundo desde los ojos del consumidor, sabe que es nociva.

No digo aquí que estén económicamente bien y que no necesitan mejoras, pero si la riqueza se midiera por cuánto nos hace falta y no por cuánto se tiene, siento que ellos me llevarían ventaja. Y si muchos de nosotros trabajamos estresados durante años para poder algún día dedicarnos a pescar sin preocuparnos del mañana, Mario, Víctor y Félix lo hacen ya. Sin gastarse la vida para lograrlo luego.
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